Un programa de France Culture nos cuenta una historia que nos introduce en la sección « Familias reinventadas » de este blog.
Se trata de una pareja homosexual que desea tener hijos, sin recurrir a la adopción. Quieren hijos biológicos. « Entonces, por lo que ellos reivindican como un “ acto de amor ” alquilan los servicios de dos mujeres diferentes. Una es la donante de ovocitos, y la otra la madre portadora »[1]. Dos contratos diferentes precisan las modalidades de relación con el niño de cada una de las dos mujeres que han contribuido a la procreación. La primera podrá ver al niño a partir de los 16 años, la segunda desde el nacimiento.
Lo que dice esta historia es que « hoy, los nombres de padre y madre se encuentran transformados, modificados, desplazados por las nuevas demandas y así sumergidos de forma decisiva en el mundo del contrato […] » sin límites » »[2].
¿ Qué lugar ocupará el psicoanálisis en estas transformaciones contemporáneas de la familia ?
Al principio, con Freud, el psicoanálisis se orientó del padre. Esta es su brújula. Desde La interpretación de los sueños, Freud anuncia: « Se dice que el príncipe es el padre del pueblo. El padre es la autoridad más antigua, la primera, es para el niño la autoridad única. Todos los poderes sociales se han desarrollado a partir de esta autoridad primitiva »[3]. El padre está en el centro del complejo de Edipo como aquel que prohíbe la relación incestuosa, por lo que constituye el modelo de toda organización social y religiosa.
Este no es el punto de vista de Lacan. A partir de su texto « Los complejos familiares »[4], deja el mito en la sombra para centrarse en la función simbólica. Así, desarrolla la función paterna y el deseo de la madre. Estas dos funciones no recubren la persona del padre ni la de la madre. Los padres y las madres de la realidad « son entonces los atributos significantes puestos al trabajo en la función, al mismo tiempo que nutren lo imaginario de la novela familiar »[5].
La familia se inscribe en los tres registros de lo simbólico, lo imaginario y lo real. Padre y madre son recibidos como funciones. La de nombrar para el padre, la de cuidar para la madre.
En su enseñanza, Lacan se desprenderá del Edipo y de la reescritura que hace de él, la metáfora paterna. Progresivamente los matemas NP y DM desaparecerán en favor de los matemas que inscriben el lazo social: S1, S2, $ y objeto pequeño a. Esta reducción de las funciones paterna y materna a los matemas de la estructura abre a la escritura de los cuatro discursos.
A partir de este momento, la familia se reinventa. La función paterna ya no es central, el deseo de la madre da paso a una nueva modalidad, la de la parentalidad. Este término, hoy de moda, borra las funciones diferenciadas del padre y de la madre en beneficio de una simetría y una igualdad entre estos dos términos[6]. « En el lugar de la diferencia entre el padre y la madre, se impone la equivalencia y la intercambiabilidad de los dos padres »[7].
Esto tiene consecuencias radicales para el orden familiar. La diferencia se desvanece en favor de la mismidad. Padre y madre, son lo mismo. En la historia mencionada, los padres son cuatro. La pareja homosexual, la madre portadora y la que donó sus óvulos. Las relaciones se regulan, a partir de ahora, mediante un contrato para la organización práctica del cuidado del niño.
Un efecto de esta desaparición de la diferencia se destaca en el acercamiento que Jacques-Alain Miller indica entre el discurso contemporáneo de la civilización y el discurso del analista. Hacer la hipótesis que hoy en día el objeto a sería la brújula de la civilización, es plantear, en el mismo movimiento, que el discurso hipermoderno tiene la misma estructura que la del discurso del analista[8].
En el lugar de agente de este discurso hipermoderno de la civilización, ya no se encuentra el significante amo, S1, sino el objeto a.
Y en el campo de la familia de hoy, ¿ no es el niño, sugiere Marie-Hélène Brousse, quien vendría al lugar de agente en este discurso ? Ella nos hace ver el desplazamiento del niño rey freudiano hacia un lugar tiránico propio del niño. El niño ya no es sólo un niño rey, deviene un dictador. « Se trata ahora de la dictadura del plus de gozar, y este término, dictadura, conviene bastante para caracterizar la relación que cada vez más los padres mantienen con sus hijos »[9].
Los padres o, mejor dicho, la parentalidad encuentra su sentido y su definición a partir del niño tomado como objeto agalmático que supera a todos los demás.
En su « Dos notas sobre el niño », Lacan concibe que « el síntoma del niño se encuentra en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar »[10].
Del síntoma del niño como síntoma de la familia en nuestra civilización, el psicoanalista tiene la tarea de captar lo que ha fallado en el bricolage con los ideales de la familia.
Porque « al ver el fracaso de las utopías comunitarias […] la función de residuo que sostiene ( y a un tiempo mantiene ) la familia conyugal en la evolución de las sociedades, resalta lo irreductible de una transmisión »[11].
A pesar de todos los intentos de refundar, de renovar, de reinventar la familia, ésta sigue siendo el lugar de una multiplicidad de goces que no se armonizan ni se reabsorben en un todo integrado, homogéneo y estable. En la brecha que existe entre el padre ideal y el padre tirano, hay que identificar caso por caso qué tipo de familia responde a la versión de goce del padre que Lacan señala como su père-version[12].
Este título « Familias reinventadas » los invita a tomar su pluma y dar cuenta de esta imposible armonización de los goces que revela la familia moderna de hoy.
Traducción: Fernando Centeno
Relecture: Andrea Zuñiga y Micaela Frattura
Fotografía : @Valérie Loiseau
[1] La historia es retomada por Éric Laurent. Cf. Laurent E., « El nombre del Padre entre realismo y nominalismo », en Blog-note del síntoma, Tres Hache, 2006, p. 8-35.
[2] Cf. Ibid., p. 9.
[3] Freud S., L’interprétation des rêves, PUF, 1973, p. 192, note, citado por Laurent E., « El nombre del Padre entre realismo y nominalismo », op. cit., p.14.
[4] Lacan J., “ Los complejos familiares en la formación del individuo ”, Otros escritos, Paidós, 2012, p. 33-96.
[5] Brousse, M. H., “ Un neologismo de actualidad: la parentalidad ”, Revista Enlaces nº11, Publicación del Departamento de estudios psicoanalíticos sobre la Familia – Enlaces, Grama, Buenos Aires, 2006, p. 64.
[6] Cf. ibid., p. 66.
[7] Ibid.
[8] Cf. Miller J.-A., « Una fantasía », Revista Lacaniana n°3, Curar con el psicoanálisis, publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Bs.As., agosto de 2005, p.13.
[9] Brousse M.-H., “Un neologismo de actualidad: la parentalidad”, op. cit., p. 67.
[10] Lacan, J., Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs. As, 2007. p. 55.
[11] Ibid., p.56.£
[12] Lacan, J., « Le Séminaire de Jacques Lacan : RSI », Ornicar ? nº 3, clase del 21 de enero de 1975, París, mayo 1975.