Ha surgido en Italia un acalorado debate luego de las declaraciones de las atletas de la selección de gimnasia que han denunciado haber sido obligadas a privaciones físicas y a presiones psicológicas constituyendo humillaciones por parte de los entrenadores[1]. Obligadas a una dieta durísima que ha conducido a algunas de ellas a caer en el túnel de los trastornos alimentarios ; víctimas de conductas que, según los investigadores, « las humillaban, las acosaban y las postraban »[2]. Eran prácticas llevadas a cabo por individuos sádicos habitados por la pasión de querer reducir al otro al estatuto de objeto mientras utilizaban las vestimentas socialmente aceptadas del entrenador, figura a la que naturalmente se le concede una especie de « dureza » y rigor. Entre cientos de profesionales rigurosos, se esconden figuras cuya voluntad de hacer vibrar la angustia en el otro estaría prohibida en el consenso social.
Mientras el escándalo estallaba, un importante asentimiento a este modus operandi que aplaudía semejantes métodos se levantaba en las columnas de los periódicos, en las transmisiones de radio-tv, en la red « ¡ El entrenador hace bien… la dureza es parte de la gimnasia !… ¿ Por qué se quejan ?… Sufrir es natural en ese mundo ». Se despierta como un Golem nunca silenciado un aplauso generalizado a la voluntad del amo de someter a otro ser humano, a su antojo, a disponer del cuerpo del subordinado y mantenerlo en jaque. Una parte no indiferente de la opinión pública exhibe la nostalgia del « padre reparador », el hombre fuerte secretamente deseado por muchos. Se trataba de aquel que « si me levantaba de la mesa, – mi padre – me llenaba de golpes ». En Emilia Romagna, en Módena, varias plazas y calles principales están dedicadas a un conocido marqués que, después de la guerra, daba trabajo a decenas y decenas de conciudadanos. Sin embargo, los honores no pueden borrar lo que todos saben, es decir que, el domingo por la mañana, cuando bajaba a la plaza pública para ir a misa, solía dirigirse a « sus » campesinos con frases como : « ¿ Qué haces aquí ?… ¡ Vuelve a casa !… ¡ Quítate la chaqueta ! » Dueño de las almas y de los cuerpos, era incapaz de pensar en ellos como individuos con vida y deseos propios, más allá de sus funciones de servidores y aparceros.
Una nostalgia testimoniada también por los principales periódicos italianos que han dado un enorme relieve a las vicisitudes de hombres que han hecho de someterse a la voluntad del jefe, la cifra de su vida laboral. Una conserje escolar declaraba a la prensa que iba todos los días de Nápoles a Milán, donde trabajaba como operadora escolar, recorriendo 800 kilómetros de distancia, todo esto sin nunca perder la sonrisa[3]. Antes de que el asunto fuera redimensionado, sus fotos estaban por todas partes, elogiadas como un brillante ejemplo de mujer que no se queja, sino que se arremanga. En la publicidad de una conocida empresa quesera, un empleado, ante unos muchachos incrédulos, magnifica su existencia marcada por las privaciones a las que se ha sometido a lo largo de los años para producir el queso del patrón[4]. « ¿ Pero realmente trabajas los 365 días del año ? », pregunta una chica sorprendida en el anuncio. « Sí ». « ¿ Es decir nunca has visto el mar ? », pregunta otro joven actor. « No », replica sonriente. « ¿ Y eres feliz ? », pregunta el último del grupo. « Sí », responde mezclando la leche[5].
Referencias bibliográficas del autor :
[1] https://www.fanpage.it/sport/altri-sport/le-farfalle-della-ginnastica-nella-palestra-degli-orrori-nessuna-medaglia-vale-il-benessere-di-una-persona/.
[2] https://ilmanifesto.it/abusi-umiliazioni-e-maltrattamenti-la-denuncia-di-due-ex-ginnaste.
[3]https://www.lastampa.it/cronaca/2023/01/18/news/lincredibile_storia_di_giuseppina_bidella_pendolare_da_napoli_a_milano_meglio_700_chilometri_di_viaggio_ogni_giorno_che_-12590246/.
[4] El término en italiano es padrone, que también podría ser traducido como amo, según el texto del autor.
[5] https://stream24.ilsole24ore.com/video/italia/lo-spot-parmigiano-reggiano-e-renatino-che-lavora-troppo-polemica-social/AEbK8x0.
Traducción : Tomás Verger
Relectura : Liliana Rodriguez Zambrano
Fotografía : © Simon Vansteenwinckel