El niño sigue a su padre con la mirada. Sigue sus consejos, bebe sus palabras. No es cuestión de cuestionarse ni de rebatir lo que dice.
Al menos, Elías lo encuentra un poco extraño : siempre lleva « una chaqueta de caza de camuflaje con un número alucinante de bolsillos »[1], por la noche, cuando sube a la habitación de Elías antes de que se duerma, le repite : « el único animal peligroso es el ciervo, me oyes, el único animal peligroso es el ciervo »[2].
El padre tiene una cabaña al fondo del jardín en la que se amontonan las máquinas que el niño no puede tocar : piedras magnéticas, grabadores de ondas, bastones de Horus… Objetos que permiten alcanzar la quinta dimensión o los campos de visión.
Un día, el padre arrojó un bastón de Horus a la cara de Elías porque se le había caído sin querer mientras el bastón « se recargaba de energía »[3]. Regularmente, el padre impone al niño « el ejercicio del gran frío »[4], para liberarlo de las ondas : debe sumergirse completamente en el lago, cabeza incluida, incluso en invierno. A Elías no le gusta mucho, pero no se inmuta : « Lo extraño es que era consciente de la anormalidad de todo esto, pero al mismo tiempo quería complacer a mi padre »[5].
Las « ondas » son una « contraseña »[6] para Elías, una palabra en su pequeña maleta de palabras infantiles, la maleta de su familia, aquella que forma con su padre. Es una palabra que no hace enigma, es una palabra que oculta el saber del padre, un saber que se queda de un solo lado. No es cuestión de interrogar las palabras del padre, puesto que constituyen su fundamento, puesto que sus significados son su cuna. No hay otros.
El padre explica sus teorías, pero se niega a enseñar nada a Elías, ni a leer, ni a escribir, ni a andar en bicicleta[7]… El saber es un bloque, no se transmite, no va y viene entre el padre y el hijo, no circula, no arranca, no vacila. No está un poco en el uno, un poco en el Otro.
¿ Cuál es la versión del padre que Victor Pouchet nos retrata en su novela Autorretrato de ciervo ?
Una versión de padre y no un (padre)[8] « père-versamente orientado, es decir que hace de una mujer, la causa de su deseo, su objeto a causa de su deseo »[9]. Es un padre de principios, que no constituye el lote moral. Es un padre impregnado de certezas, no de creencias que podrían dejar al sujeto en una división en la que el Otro se inmiscuiría. Un padre inflado de afirmaciones, lejos de la función simbólica.
Él es la ley y la verdad, una versión paranoica del padre. Se puede leer su voluntad de gozar del niño; este niño cuyo cuerpo, mirada y afirmaciones deben venir a servir a su mundo, que sólo se mantiene unido a través de esta lectura delirante.
Es porque Elías se encuentra con otros pequeños otros, otras palabras, otras miradas ; es porque oye « el papa de Elías es un chiflado[,] el papa de Elías es un chiflado »[10] que la disonancia aparece para él. Así, por debajo de la ley en la que creía, aparece el capricho y el goce del padre, « padre tirano, que impone un goce tan insoportable como arbitrario »[11].
De este padre que se cree Dios[12], Elías conservará las marcas, marcas en el cuerpo – cuerpo tambaleante, inestable –, y los significantes oraculares y aterradores, como su animal tótem que le fue soplado por su padre, al final de una especie de hipnosis chamánica : el ciervo. « A menudo la caza del ciervo termina en un estanque donde ya no hay forma de romper los caminos, porque el agotamiento es demasiado grande […] Quizás nuestros caminos están entremezclados y nuestro olfato no nos permite encontrarnos en él, pero no pierdo la esperanza, todavía no he caído en el estanque »[13].
Referencias del autor :
[1] Pouchet V., Autoportrait en chevreuil, Paris, Livre de Poche, 2022, p. 17. [La traducción es nuestra]
[2] Ibid. [La traducción es nuestra]
[3] Ibid., p. 19. [La traducción es nuestra]
[4] Ibid., p. 36. [La traducción es nuestra]
[5] Ibid. [La traducción es nuestra]
[6] Ibid., p. 37. [La traducción es nuestra]
[7] Cf. ibid., p. 18.
[8] Nota del Traductor.
[9] Lacan J., El Seminario, libro 22, « R.S.I. », clase del 21 de enero de 1975, Ornicar ?, n°3, París, mayo 1975, p. 107.
[10] Pouchet V., Autoportrait en chevreuil, op. cit., p. 27.
[11] Laurent É., « El lugar irreductible del padre », Nobodaddy, Blog Pipol 11, 26 de febrero 2023, disponible en línea.
[12] Cf. ibid.
[13] Pouchet V., Autoportrait en chevreuil, op. cit., p. 122. [La traducción es nuestra]
Traducción : Jesica Varela
Relectura : Fernando Centeno
Fotografía : © Marie Van Roey