El discurso woke, ¿una nueva relación? – Sylvie Berkane-Goumet

¿Un discurso?

Comencemos por identificar la equivalencia entre discurso y lazo social : « A fin de cuentas no hay más que eso, el vínculo social. Lo designo con el término de discurso porque no hay otro modo de designarlo desde el momento en que uno se percata de que el vínculo social no se instaura anclándose en la forma cómo el lenguaje se sitúa y se imprime, se sitúa en lo que bulle, a saber, en el ser que habla. »[1] Todo cambio de discurso opera entonces en el lazo social ya que el discurso ciñe lo real, estructura el lenguaje y asigna a cada uno un lugar en relación con el otro.

Si consideramos el woke como una nueva forma de discurso que se expande y que « instaura un nuevo régimen de la palabra, un nuevo régimen de relación con el cuerpo, una nueva relación con el goce »[2], nos hará falta sin duda distinguir entonces la forma del discurso, su matriz y el contenido que viene a alojarse allí. Si bien este discurso apunta a denunciar lo arbitrario del patriarcado, ¿no insiste en sustituirlo por una nueva arbitrariedad?

Lo que es cierto es que pretende construir una nueva ideología cuyo impacto hace vacilar al lazo social : la cultura del borramiento excluye de las redes a toda persona con un discurso no conforme ; el pasado es revisitado, los autores de exacciones históricas deberían desaparecer de los manuales escolares, a riesgo de que olvidemos sus perjuicios ; los cuentos de hadas incluso saldrían ganando si fuesen censurados ; la lengua, la escritura y la cultura se encuentran afectadas. Por consiguiente, no podemos ignorar que ese discurso viene a alojarse como respuesta a la evaporación del Nombre del Padre.

¿Qué ideología?

El combate puesto de relieve por los defensores del wokismo se refiere a las injusticias que afectan a las minorías transformándolas en víctimas. El significante woke nos remite al despertar contra la segregación racial impulsado por Martin Luther King, el movimiento se ha expandido en el seno de otras esferas militantes para denunciar todas las formas de opresiones padecidas por las minorías, ya sea sexuales, étnicas o religiosas. Cabe constatar que la singularidad puesta de relieve por las minorías concernidas afecta al cuerpo, se trate del género o del origen étnico. El respeto por las religiones prescinde de las reivindicaciones de orden pragmático – no son tanto los creyentes sino las prácticas las que son puestas de relieve[3]. No hemos entonces terminado de « s’uspeorar », ya que, de acuerdo a Lacan, lo que « arraiga en el cuerpo, en la fraternidad del cuerpo, es el racismo »[4]. Reivindicaciones identitarias que se basan en una identidad de cuerpos no dejan presagiar nada sereno. Destaquemos, por otra parte, que la ola neuro contribuye ampliamente al fenómeno ya que sitúa la verdad del sujeto en su funcionamiento orgánico.

Se trata en lo sucesivo de defender todas las singularidades… pero una por una. El discurso woke ha integrado este aporte de Lacan : no se trata de caridad, ni de querer el bien del otro – lo que sería una manera de anular su deseo para reducirlo al suyo propio – ni de defender los derechos de una minoría a la cual uno no pertenece. ¡No! Es responsabilidad de cada uno sostener su propio discurso identitario.

Judith Butler ha intentado desarrollar una ideología universalista que da cuenta de este movimiento y que esclarece la paradoja del discurso woke. Para ella, el binario hombre-mujer focaliza el patrimonio patriarcal normalizador ; se trata de sustituirlo por una desmultiplicación de géneros (LGTBQI), es decir de crear un universal subdividido en categorías. La extensión del campo de los posibles bajo el modo de lo ilimitado se traduce en la enumeración de categorías. Apostemos primero a que seguirá siendo uno para significar su no pertenencia a esas categorías. Por otra parte, la adición de significantes al binarismo no anula el binarismo fundamental, simplemente lo desplaza a cada elemento de la serie : queer o no queer, trans o no trans, etc.

Observemos que el cuestionamiento del binarismo hombre-mujer abre en términos más generales al cuestionamiento del comercio entre partenaires. Así, Paul B. Preciado se precipita a esta brecha afirmando que « la heterosexualidad es peligrosa »[5] y que «  [el] amor no es un sentimiento [sino] una tecnología del gobierno de los cuerpos, una política de gestión del deseo cuyo objetivo es capturar la potencia de reaccionar y de gozar de dos máquinas vivientes para ponerlas al servicio de la reproducción social »[6].

La lógica desplegada por J. Butler puede aplicarse a todas las extensiones del discurso woke. Creyendo hacer frente a las normas, las desmultiplica. El meollo de lo que nos enseñan las palabras de J. Butler es que una ideología que se esfuerza por borrar el binarismo fundamental pone fin a toda posibilidad dialéctica, vuelve caduca toda argumentación. La censura ha regresado. Solo queda una única vía performativa : es cierto lo que yo afirmo. El equívoco está proscripto : exit al otro del discurso, exit al inconsciente que me vuelve otro para mí mismo, exit a la encarnación del Otro.

Así, lejos de luchar contra la intolerancia, el procedimiento no puede sino alimentar el ostracismo de las minorías entre ellas. Las confrontaciones entre trans-mujeres y feministas radicales han pasado así, en varias ocasiones, de la agresión verbal a los enfrentamientos físicos.

Contra el universalismo, la singularidad

Borrar el binarismo promoviendo un universal, ¿no es acaso esperar erradicar toda diferencia y toda negación para hacer consistir una relación que, en vez de ser entre uno y otro, sería entre dos mismidades, unos compatibles? Una relación de la que se podría creer que no iría a fallar, que entregaría el goce esperado. No obstante, el fracaso es la regla : el padre no es la fuente de todos los males, ni causa disfuncionamientos entre los seres hablantes. El fracaso concierne al goce en sí mismo, puesto que lo que se obtiene « no es nunca el buen goce, el que debería ser »[7].

Al revés del discurso woke, lejos de desmultiplicar los « universales », el psicoanálisis, mucho más subversivo, introduce la singularidad.

 

Traducción : Lore Buchner.
Revisión : Aurélie Solliec.

Fotografía: @ Nathalie Crame

[1] Lacan J., El Seminario, libro XX, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. 68.
[2] Miller J.-A, Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 20.
[3] La torpeza de la compañía de explotación Évian en 2021 ha sido doblemente identificada : haber lanzado en las redes sociales una invitación a beber un litro de agua por día al inicio del Ramadán fue considerado por los internautas como una falta de respecto hacia los musulmanes, incluso para algunos como un complot islamófobo ; sus disculpas no han concluido la polémica puesto que eran sospechosas de poner en la lista negra a los practicantes del ayuno.
[4] Lacan, J., El Seminario, livre XIX, … O peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 231.
[5] Preciado, P. B., L’hétérosexualité est dangereuse, 3 de diciembre de 2020, disponible en el sitio web de Mediapart : Mediapart.fr.
[6] Preciado P. B., « La Saint-Valentin est une ordure », disponible en el sitio web de Libération: libération.fr, 13 de febrero de 2015. También Preciado P.B., Un apartamento en Urano, Anagrama, Barcelona, 2019.
[7] Miller J.-A., « Una fantasía », Punto Cénit. Política, religión y psicoanálisis, Colección Diva, Buenos Aires, 2012, p. 53.