Los pecados del padre – Catherine Lacaze-Paule

En la rúbrica titulada “ los pecados del padre ”, se tratará entonces de identificar las diferentes modalidades del exceso del padre respecto al goce cuando éste lo inflige sin ninguna consideración por el sujeto, como aquel que ejerce una tiranía sobre el otro, impone su vida libidinal a una mujer, a un partenaire, a un niño. Estos padres tóxicos son calificados de abusador, predador, impostor, acosador. Los padres violentos, los feminicidas y el masculinismo van en aumento, según el último informe anual sobre el estado actual del sexismo en Francia.[1] Si bien la onda expansiva de hace cinco años con #Metoo ha liberado la palabra de las mujeres contra las violencias sexistas y sexuales, este informe observa una acentuación de las violencias y concluye que si bien la opinión pública reconoce y deplora el sexismo, no lo rechaza en la práctica, siendo esto particularmente cierto para los menores de treinta años.

Père-version y síntoma

El padre ya no es la invariante de la familia. Hay una multitud de familias posibles : mononuclear, ampliada y ensamblada, familias en las que los padres, padrastros y compañeros ocupan un lugar variable. ¿ Qué es ser padre, ser un padre ? Ninguna respuesta universalizadora conviene, puesto que reconduce a la ilusión religiosa de que sea Dios. La función simbólica del padre que mediante la dimensión de transmisión aseguraba un principio de regulación y de reparto del falo entre los que lo tienen y los que lo son, entre varón y niña, ya no es dominante. En el Seminario La identificación, Lacan indicaba que si bien desconocemos el deseo del Otro y que este angustia, siempre podemos conocer su instrumento, el falo. “ Quienquiera que yo sea, hombre o mujer, me veo requerido a pasar por allí y a no hacer historias, lo que se llama en el lenguaje corriente, « seguir los principios de papá ». Y como todos saben que desde hace un tiempo « papá » ya no tiene principio, es con esto que comienzan todas las desdichas. ”[2] Habiendo perdido su lugar central de regulador y siendo a veces reducido a un espermatozoide, cuando el padre ya no ejerce ninguna función simbólica para garantizar y fundar la familia, otro camino se abre.

Así, indica Jacques-Alain Miller en su curso “ El Uno Solo ”, para Lacan, “ lo esencial de la función del padre es ser un síntoma ”.[3] J.-A. Miller da otras dos precisiones relativas a la función del padre. La primera es el carácter de excepción que se sustenta en la particularidad de su síntoma, la segunda se refiere al deseo del padre marcado por estar vinculado a una mujer como única. Es por eso que Lacan habla de perversión paterna, es siempre una versión del padre lo que escribe su père-version. Por no ser Dios, él no puede ni decirlo todo ni cubrir todo lo real, así es como preserva la posibilidad del deseo. En estos casos, el deseo del padre, en tanto que deseo del Otro, admite la confrontación con la castración, su falta, es un deseo que engendra para el niño consecuencias y síntomas neuróticos. ¿ Qué sucede cuando la castración es inconcebible para el padre, o cuando se trata de una desmentida de la castración ?¿ Qué sucede cuando el goce del padre se sustituye a su deseo ? ¿ Qué sucede cuando el pecado del padre se impone como voluntad de goce, y especialmente cuando ésta se ejerce respecto al partenaire y al niño ? En estos casos, en esta versión del padre, en esta père-version, el padre se presenta como alguien que sabe gozar. Se imagina Otro para garantizar su goce. Puede entonces vanagloriarse de un saber sobre el deseo, incluso de que él es el sujeto supuesto saber en persona. Al adaptarse a la realidad e integrarse al discurso, es capaz de desplazarse en los vericuetos de la ley, a veces como racionalista o pedagogo, otras veces como amo o incluso masculinista, y hasta impostor. Cuando el eje del goce se despliega del lado exhibicionista, es en la aparición del pudor perturbado, sacudido, violado del otro, y mientras que éste lo despoja de su mirada, que surge el goce de “ hacerse ver ”. El voyeur cuestiona lo que no podemos ver, el falo ; y es la mirada de la humillación lo que se encarna en la escena en la que él es “ visto ver ”. En ambos casos, se trata de ser visto, y en ambos casos, el niño está atrapado en la jaula de la mirada, el goce del padre.

Freud distinguía la corriente tierna de la corriente sensual, y para decirlo con estos sintagmas, la neurosis se presenta como la renuncia a la sensualidad, a la libido, al goce en el altar de la ternura, del amor. Para algunos sujetos, es una renuncia al goce en nombre del deseo confundido con la demanda del Otro que domina. Así, algunos sujetos forman pareja con el perverso. El amor del Otro los encadena en el goce perverso, se produce entonces un nudo de goce sólido.

El padre puede ser también legislador, encarnando a aquel del superyó del imperativo obsceno y feroz. Este padre se constituye como lugar de goce, especie de dispensador de goce. Puede también envolverse en los hábitos del religioso radical, asignando a las mujeres y a los niños un modo de vida y de satisfacción forzado, reducido, limitado, controlado en sus cuerpos. Su palabra es entonces reducida al silencio; su pensamiento, su instrucción y su saber se ven afectados por la interdicción. Algunos masculinistas muestran su saber sobre el goce de las mujeres, sobre lo que ellas quieren, afirmando que no hay otro goce que el fálico.

Desde el Seminario III, Las psicosis, Lacan ha indicado dos rasgos que caracterizan lo que llama, en ese momento de su elaboración en 1953, el psicópata, que hoy es elevado a la categoría de abusador o de padre tóxico. Estos dos rasgos son lo unilateral y lo monstruoso.[4] Tienen como efecto engendrar un “ anonadamiento del significante ”[5]. Las consecuencias clínicas pueden ser trágicas para los sujetos que lo padecen.

Del lado víctima, blanco, presa o trofeo, el sujeto padece el goce y su influencia. Se tratará entonces de saber cómo en la neurosis lo reprimido reaparece en lo simbólico, cómo en la psicosis la forclusión resurge en lo real, y en la perversión como lo desmentido se manifiesta en lo imaginario; pero siempre se tratará de una clínica del “ uno por uno ”.

En una época en la que el secreto parece penetrar mediante la tiranía de la transparencia y del decirlo todo, en la que la palabra liberada zumba, da vueltas y retumba en las redes, en la que el silencio es eximido del mundo donde el ruido reina como amo, en la que la vergüenza parece borrarse, en la que la autoridad se difumina o se rechaza, en la que los significantes “ padre ” y “ madre ” se fundan en el de la parentalidad, en la que el cuerpo imagen, el cuerpo objeto, el cuerpo gozante predominan, ¿ en qué se convierte el lugar del padre gozador ? ¿ Qué envolturas formales de nuevos síntomas se dibujan para los padres, para los sujetos ? Recordemos aquí lo siguiente : «  perversión solo quiere decir versión hacia el padre – que, en suma, el padre es un síntoma, o un sinthome, como ustedes quieran ».[6]

Los textos de esta rúbrica tratarán sobre los pecados del padre en la literatura, en el cine, en las series, etc. Nos esclarecerán respecto al enigmático anudamiento entre imaginario, simbólico y real y respecto a la manera en la que el síntoma, siempre singular, viene a instalarse, a abrocharse como cuarto elemento.

Traducción : Lore Buchner
Relectura : Micaela Frattura

[1]https://www.haut-conseil-egalite.gouv.fr/stereotypes-et-roles-sociaux/travaux-du-hce/article/rapport-2023-sur-l-etat-du-sexisme-en-france-le-sexisme-perdure-et-ses
[2] Lacan, J., El Seminario, libro IX, « La identificación », clase del 4 de abril de 1962, inédito.
[3] Miller, J.-A., « Itinerario de Lacan », Lección del 6 de Abril de 2011 del Curso « El ser y el Uno », Freudiana no. 71, Barcelona, 2014.
[4] Cf. Lacan, J., El Seminario, libro III, Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 291.
[5] Ibid., p. 292.
[6] Lacan, J., El Seminario, libro XXIII, El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 20.