« Vivir y mentir en Teherán » – Marie-Josée Raybaud

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Cuestionar la noción de patriarcado nos lleva más allá de la clínica, pero no sin las herramientas del psicoanálisis de orientación lacaniana. Lacan había anunciado El triunfo de la religión[1] porque « la religión es inagotable »[2] y también porque da « un sentido a la vida humana »[3].

En Irán, la religión, al tomar el poder político, organiza la vida de cada uno de manera restrictiva. Esta teocracia basada en la vigilancia de todos entre todos da a la realidad una doble cara. Así, Ramita Navai comienza su libro Vivre et mentir à TéhéranVivir y mentir en Teherán )[4] con esta declaración: « Seamos claros : el que quiere vivir en Teherán tiene que mentir. La moral no importa : en Teherán, mentir es una cuestión de supervivencia. »[5] Describe una ciudad aplastada por la miseria y el « repliegue conservador » : « Los chadores negros se funden en silencio con los trajes y los pañuelos oscuros : son los colores del luto, acuñados con el sello islámico de rigor »[6]. Por tanto, la mentira es el modo de supervivencia para que el deseo resista al « orden de hierro »[7].

Ocho personajes ilustran la vida en Teherán. Las invenciones de cada uno, para alojar en las fallas del sistema un deseo prohibido, muestran que si el amo es feroz, ¡ el sujeto tiene algún as en la manga ! Entre estos personajes está Morteza. Nacido en una familia religiosa y pobre, creció aferrado al chador de su madre. Los hombres de la familia son « Hezbollahis desde el comienzo »[8]. Durante la guerra contra Irak, dos de sus hermanos se convirtieron en mártires. Esto tuvo como consecuencia que « la posición de la familia en la jerarquía islámica diese un salto »[9].

De niño, a Morteza le gusta disfrazarse de príncipe persa y pintarse las uñas de rojo. Ante el desprecio y la aversión del padre, se alista en una milicia, los bassidjis, « el ejército del futuro », donde todos los combatientes son « hermanos ». Los eslóganes repetidos al antojo no tienen ningún sentido para él, porque « nadie sabía lo que significaba el sionismo, ni por qué Occidente era el enemigo a batir »[10]. La educación es esencialmente religiosa y predica una virtud que pocos adultos respetan. El propio comandante es un pedófilo activo e impune. « Al final, el movimiento atraía tanto a vándalos y fanáticos religiosos como a niños ociosos de familias pobres. Con una porra en la mano y una moto entre las piernas, la devoción hacia la República Islámica hacía de estos preadolescentes unos matones perfectos. Eran ellos los que infundían miedo en el corazón de la población »[11]. Morteza, ante el rumor que lo designa como homosexual, acentúa su ferocidad frente a las desviaciones de los otros, como la música, los cigarrillos, etc.

Gracias al relato de la represión a todos los niveles, R. Navai demuestra hasta qué punto lo sexual está en primer plano, como una verdadera obsesión. Al reprimirlo sin cesar, no hace más que desbordar por todas partes. Hay una juventud que bebe, folla y se droga, y hay una juventud que acecha en nombre del amo religioso todo lo que vive y pulsa. Morteza está dividido entre la ferocidad detrás de la cual se esconde y su atracción por los hombres. Ante la imposibilidad de su homosexualidad, considerada por los religiosos como un pecado occidental, encuentra su solución, y por tanto su supervivencia, en el cambio de sexo. Cambiar de sexo es más fácil desde que una fatwa de Khomeini lo autoriza. Morteza se convierte en Shireen. La transición le da a Shireen una respetabilidad de conveniencia bajo la apariencia de una mujer atraída por los hombres, el sexo biológico respeta así la ley religiosa.

Traducción : Fernando Gabriel Centeno
Relectura : Pilar Altinier

Fotografía : © Valérie Locatelli – https://www.facebook.com/valerie.locatelli.545/
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[1] Lacan J., El triunfo de la religión precedido de Discurso a los católicos, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 77-82.
[2] Ibid., p. 78.
[3] Ibid., p. 79.
[4] Navai R., Vivre et mentir à Téhéran, Paris, 10/18, 2015. N.d.T. : texto inédito en español, traducción libre del
traductor.
[5] Ibid., p. 13.
[6] Ibid., p. 20.
[7] Cf. Lacan J., (1973-1974) Seminario 21, « Los nombres del padre. Los no incautos yerran », clase del 19 de marzo de 1974, inédito.
[8] Navai R., Vivre et mentir à Téhéran, op. cit., p. 256.
[9] Ibid., p. 258.
[10] Ibid., p. 261-262.
[11] Ibid., p. 266.