Crítica del monopolio del goce legítimo – Clotilde Leguil

Segunda parte

©Nathalie Crame

En el siglo XXI se está produciendo un cambio[1]. A través del término « patriarcado », ya no se trata de la función del Nombre-del-Padre, la que Lacan consideraba como condición de constitución del deseo sobre la base de consentimiento a lo prohibido, sino de otra cosa. Ya no se trata de una revuelta contra la autoridad tradicional o política. El término « patriarcado » hace resonar una crítica del abuso. Todo sucede como si lo que quedara del padre, de lo que Lacan llamó la « función paterna », haciendo valer su dimensión simbólica, fuera el ejercicio de una dominación abusiva. Ahora bien, ¿ qué es esta dominación ? Propondré una interpretación de la crítica del patriarcado, tomando de Max Weber su fórmula para definir al Estado como monopolio de la violencia legítima[2]. ¿ No se puede ver en esta « crítica del patriarcado » una crítica de otro monopolio, la crítica del monopolio del « goce » legítimo ?

Del padre del pudor al padre del abuso

Las figuras del padre, reales o ficticias, que ocupan el centro de la escena pública, literaria, cinematográfica, son cada vez más padres del abuso. El padre del pudor dio paso al padre abusador. El « patriarcado » sería el nombre de este abuso, como si todo lo que quedara del padre en el siglo XXI fuera esta dimensión abusiva. Esto no quiere decir que todos los padres sean « abusadores », sino que lo que queda del sintagma de « padre », en la lengua de hoy, expresa este estigma del abuso. Ya sea el padre perdido y encontrado en el incesto de Christine Angot en Viaje al este[3], el padre viril y violento de Blandine Rinkel en Vers la violence[4], el padre abusador de La celebración[5] de Thomas Vinterberg, es la ferocidad de un goce obsceno que sube al escenario. Es la instrumentalización del significante « padre » para el ejercicio de un goce, es decir, lo simbólico contaminado por la pulsión.

Nuestro momento fue bautizado por Jacques-Alain Miller a principios del siglo XXI de « era post-paterna »[6]. Después de Lacan, proponiendo la idea de una « cicatriz » dejada por la « evaporación del padre »[7], ¿ no podría decirse que el término « patriarcado » dice lo que queda del padre cuando ya no encarna ninguna dimensión simbólica, sino simplemente un poder del que abusa ? En nombre de esta crítica del patriarcado, se formula una nueva prohibición, la prohibición de abusar.

Nueva extensión de la prohibición de abusar, de lo íntimo a la Tierra

Vayamos un poco más lejos en esta interpretación de la crítica del patriarcado. ¿ No se podría ver en la crítica del monopolio del goce legítimo, no sólo una crítica del abuso, sino también un cuestionamiento más profundo de una creencia moderna ? Para concluir, propongo articular esta crítica del monopolio del goce legítimo al momento de la ecología. Pues se trata de los dos grandes discursos que invitan a un cambio de paradigma, en la relación con los otros y con el mundo. « Hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza »[8] era el lema de Descartes, creyendo en los beneficios del progreso científico y técnico. ¿ No es en el momento de la ecología cuando la legitimidad de esta fórmula es criticada ? Si la era post-paterna abre la necesidad de inventar otros lazos, también abre un momento de lucidez respecto al programa cartesiano. La nueva exigencia ética que emana del discurso ecológico sería que dejemos de « hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza ». ¿ Acaso los modernos no han abusado de la naturaleza, abusado del planeta, abusado de este lugar que no les pertenece y del que explotan los recursos con vistas a un plus-de-goce que no encuentra límite ?

Si se recusa la referencia al padre como instancia reguladora, ¿ cuál puede ser hoy la brújula, el punto de referencia que podría limitar el goce desenfrenado ? Si hemos de creer al filósofo Bruno Latour – a quien Mental, la revista de la EuroFederación de psicoanálisis rinde homenaje a través de una última entrevista[9] – la figura central de nuestro tiempo ahora es Gaïa, la Tierra[10]. La figura central de nuestro tiempo es este lugar de hábitat donde el ser humano tiene que permanecer sin ceder a la pulsión de destrucción. No abusar de los cuerpos, no abusar de los recursos del planeta, preocuparse por encontrar un límite al goce, en el momento en que ya no se cree en la función paterna como legítima, sería el desafío de la nueva era en la que entramos.

[1] Segunda parte de la intervención de Leguil C., « Actualité de la psychanalyse. Critique du monopole de la jouissance légitime », Studio Lacan, n°42, 28 enero 2023, disponible en internet : https://www.youtube.com/watch?v=qD-iwMv7z3A.
[2] Cf. Weber M., Le savant et le politique, Paris, Poche, 2002.
[3] Angot C., Viaje al este, Anagrama, 2022.
[4] Rinkel B., Vers la violence, Fayard, 2022.
[5] Vinterberg T., Festen, film, Nimbus film, Danemark, 1998.
[6] Miller J.-A., Un esfuerzo de poesía, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 291.
[7] Lacan J., « Nota sobre el padre », Lacaniana, n°20, Buenos. Aires, Grama, 2016, p. 9.
[8] Descartes R., Descartes, Madrid, Gredos, 2006, p. 142.
[9] « ‟Nous sommes des squatteurs alors que nous pensions être des propriétaires.” Rencontre avec Bruno Latour », Entretien réalisé par Hoornaert G., Leblanc-Roïc V., Roïc T., Mental, n°46, 2022, p. 81-96.
[10] Latour B., Dónde aterrizar, Cómo orientarse en política, Barcelona, Taurus Barcelona, 2018.

Traducción : Fernando Gabriel Centeno
Relectura : Micaela Frattura

Fotografía : ©Nathalie Crame