Woke in work – Françoise Denan

© Claire David

El paternalismo industrial

Muchos historiadores coinciden en destacar el declive de las leyes establecidas por una entidad superior. Lo datan de la Revolución Francesa y la destitución del rey, que se justificaba del derecho divino. Pero el Nombre-del-Padre tiene una vida difícil. Esto se evidencia por lo que está sucediendo en el mundo del trabajo.

En la época del capitalismo histórico, algunas empresas, la más famosa de las cuales es Michelin, adoptan un verdadero paternalismo industrial : clínica Michelin, escuela Michelin, ciudad Michelin, cooperativa Michelin, asociación deportiva Michelin. Lo que parece un sistema familiarista bien intencionado, sin embargo, cubre un autoritarismo muy duro y condiciones de trabajo reguladas por el capataz, que restituye el testimonio de Simone Weil[1]. Sin embargo, el lazo social se conserva en las empresas, a través de los sindicatos que se organizan, y en las ciudades obreras, gracias a sus múltiples actividades.

Hacia un capitalismo woke

La situación cambia con la financiarización de la economía. En la década de 1980, la « gestión de recursos humanos » remplaza a los « servicios de personal » – asimilando a los trabajadores a un simple componente cuantificable ; esto forcluye al sujeto. El significante reducido a la cifra excluye toda posibilidad de discurso, produciendo lo que es conveniente de llamar hoy una « pérdida de sentido ». La « cultura » de la empresa se encarga de proporcionar los ideales susceptibles de federar al grupo. Después de la celebración del cambio (1970), la excelencia (1980) la calidad (1990), la responsabilidad – ciudadana o ecológica – florece durante la década de 2000. En esto, la empresa se convierte en un modelo de moralidad – en otras palabras, una forma de superyo.

Desde hace unos años, las preocupaciones woke dedicadas a luchar contra todas las formas de dominación penetran a su vez en las empresas. La obsesión identitaria se traduce en el hecho de que grandes grupos destacan sistemáticamente  « la foto de uno de sus (raros) empleados de color »[2], proponen capacitaciones para aprender « a comportarse como personas “menos blancas”[3]», pintan su logotipo con los colores del arco iris de la bandera LGBT, etc.

Los ideales del Padre dejan paso a las « sensaciones » supuestas detentoras de la verdad del yo. Sin embargo, si los ideales cimientan el grupo permitiendo compartir identificaciones simbólicas[4], las sensaciones, al contrario, lo fragmentan. Pretenden, en el mejor de los casos, un reconocimiento imaginario de la pesada identidad de segregación ; fabrican, en el peor de los casos, una soledad a varios – la de los safe spaces – dónde realizar su tarea entre los mismos para protegerse del goce del Otro.

Del padre a lo femenino

El Padre ha caído, y con él sus prescripciones para todos. El wokismo reivindica los múltiples goces. El psicoanálisis se orienta con esto también desde hace mucho tiempo, con la diferencia que para el psicoanálisis, el « goce […] no conoce […] ninguna sociología o discriminación »[5]. ¿ No estamos avanzando hacia una declinación del uno por uno, del modelo femenino ? « Estamos entrando en la gran época de la feminización del mundo »[6]. Queda por inventar otra forma de lazo social para la empresa, fundada no en la dominación, sino más horizontal, en red. Este es el trabajo de cada Uno…

[1] Weil S., La condición obrera, Madrid, Editorial Trotta, 2014.
[2] De Guigné A., Le capitalisme woke. Quand l’entreprise dit le bien et le mal, Paris, Presses de la cité, 2022, p. 41.
[3] Ibid., p. 48
[4] Cf Freud, S., Obras completas, « Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos », Volumen 13, Buenos Aires, Amorrortu editores,1988.
[5] Assef, J., Leblanc, V., Miller-Rose, E., « Le woke face à la psychanalyse », La Cause du désir, n°112, noviembre 2022, p. 46.
[6] Miller, J.-A., Los usos del lapso, curso del 26 de enero del 2000, Buenos Aires, Paidós, 2005.

Traducción : Rosana Montani-Sedoud
Relectura : Fernando Gabriel Centeno

Fotografía : ©Claire David