¡ Cegado ! – Nathalie Crame

Rose-Paule Vinciguerra lo detalla precisamente en esta newsletter. Ella nos recuerda que : « Lacan no ha confundido padre y patriarca. La ley simbólica no es como tal patriarcal. »

De hecho, por mucho que queramos deconstruir el sistema patriarcal, hoy responsable de todos los males, los padres de apariencia schreberiana y las madres que dejan hacer no se evaporarán.

Sorj Chalandon cuya obra y vida están atravesadas por el intento de liberarse de la marca de las mentiras de su padre, encerrado en perpetuas fabulaciones, lo testimonia en sus dos últimos libros. Ese padre, al que tanto amó y creyó de niño y al que quería agradar absolutamente, nosotros lo descubrimos con el paso de las páginas escritas con un lenguaje suntuosamente depurado. La amplitud de la brutalidad del padre despótico, sus castigos feroces, la atmósfera sofocante hecha de vejamen y humillación atestan un goce tóxico que hace del hijo un objeto insignificante, un soldadito cegado por la demencia paterna. Para decirlo con la con las propias palabras del autor : « Él era general, y yo estaba a sus pies. »[1] Y sin embargo, para S. Chalandon, lo importante parece estar menos ahí que en la imposibilidad de encontrarse en las palabras del padre. Desde siempre, la mentira ha reinado de modo que el escritor – ya sea reportero de guerra, periodista o novelista – no descansará hasta que la verdad haya sido revelada. Lo encontramos en el personaje de Émile, el pequeño niño de Profession du père (Profesión del padre), aturdido por las versiones cada vez más inverosímiles del pasado de su padre : quien habría sido pastor, soldado, paracaidista o futbolista profesional e incluso agente secreto. Émile no tiene un padre como los otros y en la escuela, en el casillero « profesión del padre », no sabe qué escribir. El niño está sorprendido, pero estamos aquí en el registro de la fascinación, y no en el del padre como quien va a é-pater[2] a su familia[3], fórmula de Lacan que despliega Éric Laurent en el texto de esta nueva newsletter ; continuación del texto que ustedes han podido descubrir la semana pasada.

Es en el libro Enfant de salaud, que el autor sitúa durante el proceso de Klaus Barbie en Lyon, en 1987, que él había seguido a través del periódico Libération, que puede nombrar los efectos de esta fascinación : « Intentabas deslumbrarme y me cegaste. »[4]

No obstante, la porquería del padre ha dejado su marca : « Sí, yo soy un hijo de puta. Pero no a causa de tus guerras desordenadas, papá, tus botas alemanas, tu orgullo, esa locura que te acompaña a todos lados. […] No. El bastardo, es el hombre que arrojó a su hijo a la vida como al fango. Sin rastros, sin referencias, sin luz, sin la más mínima verdad. »[5] Y sin embargo, ¿ no es acaso en la ausencia de luz que ha surgido el gusto por la escritura de S. Chalandon ?

La lectura de estos dos extraordinarios y estremecedores libros nos deja « cansados del padre » para decirlo con Kepa Torrealdai Txertudi a quien podrán descubrir en esta newsletter.

Agreguemos empero que, en esta historia, la madre, sumisa, temerosa, incluso complaciente, no sirve de ayuda. Ella no dice nada, excepto esta frase repetida incansablemente : « ¿ Conoces a tu padre ? »[6]

Traducción : Marlith Pachao
Relectura : Cinthya Estrada

Fotografía : © Fabien de Cugnac

[1] Chalandon S., Profession du père, Paris, Grasset, 2015, p. 33.
[2] N. d T. é-pater (impactar/sorprender) homofonía con pater (padre).
[3] Cf. Lacan J., Seminario, libro 19, …o peor, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 204
[4] Chalandon S. Enfant de salaud, Paris, Grasset, 2021, p. 260. La tradución es nuestra.
[5] Ibid., p. 260.
[6] Chalandon S., Profession du père, op. cit., p. 25.